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Ampollas y bici, mala pareja

¿Qué puede haber algo más molesto para un deportista que cuando termine de entrenar bien sea con la bici o tras una carrera verse que le han surgido ampollas? La epidermis, la dermis, los líquidos linfáticos, si, hasta un total de tres elementos son los causantes de una de las peores molestias más conocidas del mundo y que no sólo afecta a deportistas sino a todos en nuestra vida, aunque en estos momentos hablaremos de las ampollas referentes al mundo deportivo.

Una ampolla no es más que un mecanismo de defensa del cuerpo humano que se basa en una vesícula mayor de 5 milímetros que se encuentra ocupado por líquido linfático y por otros fluidos corporales que se componen en la epidermis. Una de las posibles causas (y la más mayoritaria) es como un mecanismo de respuesta a una quemadura o a un roce y cuya finalidad es ayudar a reparar el daño que se ha producido en la piel.

Algunas de las posibles causas externas de las que se intenta proteger son:

  • Prohibido estrenar zapatillas en un entrenamiento o en una competición.

La principal causa por la que las ampollas aparecen debido a un rozamiento de la dermis con alguna superficie a la que no está habituada. Un ejemplo de ello es por ejemplo si estrenamos unos zapatos o unas zapatillas de correr y sales a practicar un poco, a hacerte unos cuantos de kilómetros sin  haberlas utilizado un poco antes te aseguramos que alguna ampolla vas a tener.

Cuando vayas a salir a entrenar con la bici (que el seguro de bicicleta no te va a curar las ampollas) o a correr, asegúrate poder hacerlo con las zapatillas usadas y con las cuales tus pies se sienten totalmente cómodos y sin problemas ninguno. Ni muy grandes ni muy justas, porque en cualquier caso será un problema, busca un equilibrio.

Puede ser una causa también que los calcetines que utilicemos nos hagan algún daño o alguna arruga del mismo te vaya rozando durante el tiempo de entrenamiento que al final se salda con una gran ampolla.

  • La higiene, lo más importante.

Es muy posible que las ampollas puedan salir debido a alguna enfermedad que se produzca en el cuerpo. Un ejemplo pueden ser todas aquellas ampollas de agua que resulten consecuencia de una sudoración excesiva que puede ser debido a una hiperhidrosis. Para todo aquello que no creas que resulte normal, lo mejor es que acudas a un especialista para valorarlo.

  • Correr con protección.

En el caso que vayas a realizar una salida más larga de la habitual, los pies son la parte más sensible y por ello merecen una protección especial así que una de las maneras de proteger nuestros pies es que podamos cubrirlos con vaselina neutra, colocando unos calcetines de hilo de algodón y posteriormente unos calcetines de un grosor mayor y por ultimo ajustar bien el botín.

  • Los calcetines

Si los botines que utilicemos son importantes, los calcetines aún más. Debido a que es el producto que se encuentra en contacto directo con el pie tenemos que tener un especial cuidado porque debido a un uso del mismo éste va presentando una serie de arrugas que con el contacto del pie puede ir provocando la aparición de las ampollas.

  • Antitranspirantes

Si tenemos la prueba ahí en nuestra mira, empecemos a utilizar desde una semana antes un antitranspirante si notas que los pies empiezan a sudarte en exceso.

Pero si a pesar de todo ello, ya hemos llegado tarde con el post y ya han aparecido las temibles ampollas, solo te aconsejamos una cosa y no es en esta ocasión el seguro para ciclista: PACIENCIA.

Es muy, muy importante que no caigas en la malísima costumbre que tienen muchas personas de pinchárselas y sacarse el líquido, recuerda que son una barrera de defensa y por ultimo recordar que después de la realización del ejercicio físico es muy importante realizar una higiene en la zona para proteger ya que ayudará a que la ampolla se vaya de una manera más rápida, siguiendo un protocolo de limpieza y de sequedad de la mejor manera posible, algo que con el seguro de bicicleta no viene ya que este te protege sobre la misma.

Cómo limpiar mi bici

A menudo, cuando salimos con nuestra bici por parques, rutas de montañas o cualquier otro lugar, pasamos por zonas embarradas, caminos de tierra, charcos, etc., y se nos ensucia el cuadro. Muchos no sabemos cómo limpiar nuestra bici y ponerla a punto para volver a salir.
En este post os vamos a contar los pasos básicos para realizar una correcta limpieza de nuestra bici.

Para mantener nuestra bicicleta en perfecto estado hay que prestarle unos cuidados mínimos para que funcione correctamente.

Lo primero de todo es encontrar un lugar abierto para poder realizar el trabajo correctamente: el patio de casa, el garaje, etc. Es conveniente colocar la bici en algún lugar donde quede suspendida para poder limpiar bien las ruedas. Podemos utilizar el Rack de Servicio que es como una “percha” para nuestra bici, que nos servirá para mantenerla en alto y poder limpiar bien las ruedas y el cuadro. Aunque también nos podemos hacer con un bastón de exhibición, que lo podemos encontrar en cualquier tienda especializada.

Por otro lado, si la bicicleta tiene discos de freno, debemos retirar las pastillas o proteger bien todo el cálipter con una bolsa o plástico impermeable, ya que si se contaminan no nos servirán más. Hay que evitar manchar las ruedas con cualquier tipo de disolvente, ya que puede verse afectada su estructura.

Los materiales que vamos a usar para lavar a fondo nuestra bici son:
1) Un par de cubos o recipientes de plástico.
2) Cepillo de cerdas blandas o esponja suave.
3) Detergente concentrado pero poco agresivo o lavavajillas o jabón.
4) Queroseno (combustible).
5) Cepillo de cerdas duras o cepillo de dientes.
6) Brocha de pelo duro o cordón de algodón finos.
7) Un trapo.
8) Lubricante.

A continuación, vamos a explicaros la mejor forma de lavar bien nuestra bici. Para que comprendáis bien de lo que hablamos, os dejamos esta imagen donde se ve claramente cada parte de la bicicleta.

Primero, en uno de los cubos echaremos agua, mejor caliente, y detergente o jabón o queroseno, y con un cepillo de cerdas duras limpiaremos bien las llantas, el rin, los rayos, las masas, la transmisión, la cadena, el piñón, los platos, el descarrilador, entre el plato y palancas, la caja pedalera y el portacala.
En el cambio trasero de acumulan restos sólidos de suciedad que sólo podremos eliminar con este tipo de cepillo. Para limpiar bien esa zona, aplicaremos el cepillo mientras le damos vueltas a los pedales con las manos para hacer girar las estrellas y limpiarlas, eliminando el exceso de tierra y aceite que la cadena deja a su paso al rodar. Para ello es importante colocar la cadena en la combinación plato chico y corona grande del piñón para poder darle vueltas a los pedales en sentido contrario a las agujas del reloj. No hace falta desmontar las coronas, lo podemos hacer con un cordón de algodón impregnado en queroseno.

Para que las ruedas recuperen su “mordiente” original, hay que eliminar los restos de suciedad con el cepillo duro también. Acabar este trabajo lavando bien con agua caliente y jabón. Hay que realizar esta operación con cuidado para no eliminar la capa de anodizado en exceso. Si las llantas fueran de carbono sólo habría que utilizar un detergente desengrasante y un estropajo de fibra sintética suave. Las zapatas se cristalizan, por lo que hay que lijarlas para evitar que arañen las llantas y que recuperen su capacidad de frenada.

Después, con el cepillo de cerdas suaves y en la misma agua que estábamos usando, remojamos bien todo el cuadro, tijera, suspensión… Hay que tener especial cuidado en las zonas donde llegan las salpicaduras de tierra, barro, etc. Con este cepillo le daremos también a las horquillas de los frenos que, si los soltamos, el cepillo podrá entrar mejor y podremos limpiar bien esa zona incluyendo las gomas que hacen contacto con el rin para así poder eliminar los restos de goma usada.

Una vez limpias todas las partes de nuestra bicicleta, pasamos a enjuagarla sólo con agua y a secarla con un trapo seco y retocar puntos o partes que se nos hayan olvidado. Es muy importante no emplear agua a presión en el aclarado porque ésta puede hacer que penetre líquido y residuos en el interior de los rodamientos dañándolos.

Por último, pasaremos a engrasar la cadena, comprobando siempre que hayamos quitado bien la grasa acumulada con una brocha y queroseno y que esté bien seca. Con aceite específico pasamos a engrasarla y eliminando el exceso de aceite con un trapo. Así mismo debemos engrasar también todos los mecanismos prestando especial atención a los ejes de cualquier mecanismo de rotación o pivote como los puentes de freno, desviadores, etc. Les debemos poner una gota de aceite para garantizar un funcionamiento suave. Asegúrate de secar y lubricar todos los cables, tanto de freno como de cambios. La mejor forma de hacerlo es cambiando las velocidades de la más grande a la más pequeña y, después, al revés. Esto hará que los cables entren y salgan de sus fundas para así quedar muy bien engrasados.

Si eres de los que en invierno “aparcan” la bici, debes tener en cuenta las siguientes precauciones: desinflar las ruedas, soltar los aproximadores de los frenos y, muy importante, seleccionar el plato y el piñón más pequeños para eliminar la tensión de todos los resortes del cambio y asegurarnos que cuando volvamos a utilizar nuestra bici esté en perfecto estado.