En nuestra vida diaria, cuando conducimos sabemos perfectamente que marcha tenemos metida en el vehículo y al igual que sabes que si vas en segunda no puedes ponerte a 90 kilómetros/hora, cuando vamos en bici, también debemos de conocer que hay ciertas cosas que no pueden ser, más que nada por la salud de la persona. Cuando vamos en bici, tenemos que conocer perfectamente la cantidad de pulsaciones por minuto, las revoluciones a las que nos estamos sometiendo y si son las pulsaciones correctas o deberíamos rebajarlas. Todos tenemos un máximo que alcanzar y en nosotros mismo está el reconocerlo y saber que de ahí no podemos pasar, además tenemos que tener en cuenta que cada uno tiene un metabolismo distinto, una manera de trabajar distinta y una genética que no se parecerá a ninguna otra pero en nosotros mismos está mejorar todo aquello que tenemos en contra y ser un auténtico campeón, con el seguro de ciclista más tranquilo estarás.
Para comenzar, tenemos que conocer cuáles son tus pulsaciones máximas para poder calcular a partir de entonces los porcentajes, y una vez estos calculados ya podremos comenzar un entrenamiento mucho más específico. Una de las opciones para calcularla es la fórmula consistente en restar a 220 la edad para las personas del género masculino y en restar 226 la edad para las personas del género femenino, aunque si queréis nuestra opinión, lo mejor sería acudir a un profesional o un centro especializado para que nos realicen una prueba de esfuerzo.
Si aplicáis esta fórmula, es posible que os salgan unas pulsaciones un tanto desorbitadas, aunque quizás tenéis unas pulsaciones más elevadas al salir con la grupeta que en una prueba, es por esto mismo que recomendamos una prueba de esfuerzo.
Palabras como umbral aeróbico, umbral anaeróbico, capacidades aeróbicas… puede sonar un poco a chino, pero si no lo controlas puedes estar perjudicándote sin saberlo.
Cuando sales rodeado de amigos y comenzáis a hablar, te informamos que sales en un modo aeróbico, el momento en el que empiezas a pedalear, a realizar el calentamiento. Una vez que vais ya más allá, saliendo de la ciudad por ejemplo a pesar de que vas a una marcha cómoda y puedes hablar, el aire ya cuesta una pizca más que anteriormente, es decir, te encuentras en la transición entre el umbral aeróbico-anaeróbico y si seguimos hacia lo que llamamos “puerto” ya empiezas a ponerte de pie y ya hablar justito. Entrenando la frecuencia cardíaca máxima, por lo tanto has llegado o incluso sobrepasado el umbral anaeróbico y hasta que has llegado a este último umbral, es lo que va a definir tu capacidad aeróbica, que se puede definir como la eficacia que han desarrollado tus pulmones para coger oxigeno y tu red arterial para transportar todo aquel oxigeno que han adquirido los pulmones hacia los músculos para que estos estén totalmente alimentados y donde tomaran los desechos como consecuencia de la práctica de ejercicio, así que cuánto MEJOR entrenes, más capacidad tendrás, repetimos cuánto MEJOR.
A continuación vamos a establecer los porcentajes de frecuencia cardíaca máxima, no tiene que ver con los seguros de bicicleta, pero siempre es bueno recordar.
- Desde el 60% al 65% de la frecuencia cardíaca máxima.
El metabolismo, cuando alcanzamos tales umbrales, hace uso de las grasas del cuerpo en exclusiva. Existen diversos entrenamientos que a estas intensidades, están determinados para potenciar el metabolismo lípido. Se educa al músculo a consumir las grasas para que ahorre glucógeno, azúcares.
Este tipo de pulsaciones se utilizan para hacer recuperaciones completas desde pues cada serie de entrenamiento, las pulsaciones que se llevarían tras un tiempo sin entrenar por lesión o enfermedad, e incluso se utiliza después de una competición o un entrenamiento intensivo.
Con esta intensidad la creación de ácido láctico es mínima y el organismo la recicla con facilidad.
- Desde el 65% al 75% de la frecuencia cardíaca máxima.
Según nos vamos aproximando al 75% de la frecuencia cardíaca máxima, nuestro metabolismo va a cambiar, es decir, va a dejar la utilización de las grasas por glucosa como fuente de alimentación y la formación de ácido láctico es cada vez mayor aunque asumible.
Hablamos de una frecuencia que se encuentra aun en la resistencia aeróbica, las pulsaciones con las que debemos de trabajar el fondo físico de la persona, una franja que tendría que utilizarse para llevar una velocidad impresionante pero en un entrenamiento suave.
- Desde el 75% al 80% de la frecuencia cardíaca máxima.
Una frecuencia donde el músculo toma, en exclusividad glucosa. Va depender en gran medida si estamos al comienzo de la temporada o el nivel que tengamos, que al acercarse al 80% de la frecuencia cardíaca máxima, el ritmo empiece a decaer, que no tiene porque suceder siempre ya que con un entrenamiento bien planificado, estaríamos hablando de una resistencia aeróbica.
- Desde el 80% al 85% de la frecuencia cardíaca máxima.
Y comienza el entrenamiento de intensidad aeróbica y que ya no nos haga tanta gracia que nos estén hablando en pleno rodaje. Ese punto, donde odias a tu compañero, se conoce como umbral anaeróbico, cuando la glucosa no tiene más oxigeno para metabolizarse y la realización de ácido láctico es tan grande que no da tiempo a asimilarse por lo que se acumula en los músculos y estos se van fatigando cada vez más.
Si te encuentras en un nivel medio-bajo, esta intensidad podría empezar a verse en el momento de ocho semanas en adelante.
- Desde el 85% al 95% de la frecuencia cardíaca máxima.
Frecuencias que se deben de alcanzar con entrenamientos de calidad muy específicos de fuerza, velocidad y resistencia. En este momento, con un buen nivel de entrenamiento, es donde se sitúa tu umbral anaeróbico.
- Desde el 95% al 100% de frecuencia cardíaca máxima.
No podrás aguantar mucho en esta franja, un máximo de 15 segundos.
Algunos consejos de cómo llevar nuestra frecuencia cardíaca máxima, más vale que toméis nota para que no os pase factura posteriormente, con el seguro para bicicleta, por supuesto.