En Biciplan, solemos decir que uno de los mayores enemigos del ciclista es el viento. Cualquier persona que monte en bici sabe que solo con una ligera brisa, ya hay que hacer un esfuerzo mayor para tratar de mantener la velocidad. Ocurre lo mismo aunque no tengamos el viento en contra, es decir, la resistencia del viento es la mayor fuerza que el ciclista tiene que vencer cuando circula en llano. Debido a esto, una de las prioridades de los ciclistas, sobre todo para los que participan en algún tipo de competición, es optimizar la aerodinámica.
El ciclista sobre su bicicleta tiene tres puntos de apoyo: pedales, sillín y manillar. Con los pedales tenemos cierta libertad de rotación, mientras que con el sillín hay cierta libertad en sentido longitudinal. El tercer punto de apoyo, el manillar, ofrece mucha más movilidad ya que la posición de la manos puede variar de forma significativa.
Debido a esto, la posición del ciclista en la bici puede variar en gran medida, y como consecuencia puede traer variaciones en la resistencia aerodinámica.
Hay 3 fuerzas externas que se oponen al avance del ciclista:
- Resistencia aerodinámica: aunque nos dé la sensación de que no corre aire o que no ofrece ninguna resistencia al avance, esta resistencia de forma exponencial con la velocidad de desplazamiento. Por ejemplo, a una velocidad de 15 o 20 km/h (sin viento), la resistencia aerodinámica es baja, pero a velocidades de 30 km/h (sin viento), la resistencia aerodinámica aumenta considerablemente, y se convierte es una fuerza que el ciclista tiene que vencer, empleando una mayor intensidad en su ejercicio.
- Resistencia de rodadura: se refiere a la resistencia que se genera por la fricción de las ruedas sobre la superficie o suelo.
- Resistencia de gravedad: este tipo de resistencia la tenemos que vencer siempre que se produzca un cambio de altitud en la superficie (cualquier cuesta pequeña o pendiente ya supone un cambio de altitud). Esta resistencia va a ser proporcional al peso y a la diferencia de altitud. Si rodamos en llano con nuestra bici no habrá cambios de altitud, por lo que no tendríamos que tener en cuenta este último tipo.
Podemos destacar también las fuerzas internas que pueden oponerse al avance del ciclista, que son todas aquellas que componen el rozamiento interactivo de los componentes propios del a bici. Estas fuerzas no se pueden comparar con las externas, ya que las fuerzas internas apenas llegan al 5% del total de las fuerzas de resistencia, pero no por eso hay que dejar de tenerlas en cuenta.
Como vemos, debemos tener en cuenta la posición que adoptamos en la bicicleta, ya que influye en la resistencia aerodinámica, y ésta en el rendimiento físico. Pequeños cambios en nuestra posición pueden variar significativamente la resistencia aerodinámica.
Si mejoramos la resistencia aerodinámica, conseguiríamos que a la misma velocidad la velocidad fuera mayor, o podríamos conseguir que para la misma velocidad, disminuyera la potencia que tenemos que emplear pedaleando, por lo que se reduciría el riesgo de fatiga, cansancio o agotamiento.