En el anterior post en el que hablábamos sobre qué era el Factor Q, comentábamos que se trataba de una medida de gran importancia en el ciclismo, aunque aún bastante desconocida por la mayoría de personas que practican este deporte.
Repasamos brevemente los conceptos básicos para situarnos. El factor Q, por un lado, es la distancia que existe entre las piernas al pedalear y, por otro lado, es la distancia máxima que hay entre las caras exteriores de las bielas, a la altura donde están atornillados los pedales. Este sería conocido como factor Q máximo.
Destacamos también dos conceptos importantes y relacionados, el factor Q mínimo, que es la distancia que separa la cara exterior de la biela del eje horizontal del pie. A este factor Q mínimo le sumamos el factor Q máximo y obtenemos el factor Q Funcional, que consiste en la distancia que existe de centro a centro de pedal.
Debido a esto, el Factor Q puede tener una gran relevancia en la biomecánica, la salud y el rendimiento del ciclista.
¿Cómo afecta exactamente?
La biomecánica persigue el objetivo de optimizar el rendimiento del ciclista, esta mejora incide fundamentalmente en tres aspectos: la eficiencia, la ergonomía y evitar lesiones.
Si un ciclista es más eficiente, podrá producir más potencia con un menor gasto de energía. Es importante, además, que se encuentre cómodo sobre la bici, evitando cualquier tipo de impedimento o dolor que interfiera en el pedaleo.
En la eficiencia, la ergonomía y la prevención lesiones influye en gran medida el Factor Q. Para determinar la medida de nuestro factor Q hay que medir la separación de las crestas ilíacas de costado a costado. Esta medida junto con la anterior mencionada de la separación de las bielas, permiten al ciclista utilizar todos los músculos de la pierna en carga, extensión y flexión. Es importante que la medida sea la correcta y la adecuada para cada uno de nosotros, para evitar así esas posibles lesiones.
Nuestro factor Q funcional permite al desarrollo muscular realizar un mayor incremento en el equilibrio y aptitud durante la etapa de nuestro crecimiento, posibilita la obtención de una mayor eficacia en la etapa del desarrollo, evitando así posibles alteraciones o dolencias. Y en la etapa adulta produce mejoras, siempre que la medida haya sido la correcta, con lo cual evitaremos posibles trastornos en la cabeza del fémur, la rodilla o el tobillo, ya que estamos proporcionando estabilidad de carga sobre el eje simétrico.
Debemos tener en cuenta también que el factor Q puede estar condicionado por otros problemas que presentemos, como por ejemplo inestabilidades plantares o cualquier otro tipo de problema que pueda surgir. Es importante resolverlos para que el factor Q pueda seguir funcionando igualmente estable y de manera útil y beneficiosa para nosotros.
Un estudio biomecánico nos ayudará a explorar tanto las posibilidades de movimiento como ciclistas, así como las formas de manifestar ese movimiento sobre la bicicleta. A partir de un análisis biomecánico se puede modificar, en primer lugar, las métricas de la bicicleta que no sean correctas, como la altura del sillín, calas, manillar…, y en segundo lugar se podrá reeducar el movimiento y posición del ciclista en el caso de que este no sea el correcto.
Con esto podemos conseguir que el factor Q sea el correcto.
Como consecuencia de esto, es decir de tener una correcta medida del factor Q funcional, gracias a una buena postura, y una bici con las medidas correctas, conseguiremos, como hemos mencionado antes, por un lado mejorar el rendimiento en la bici, ya que cualquier pequeño cambio a mejor será repetido durante todas las pedaladas que realicemos, y lo veremos reflejado de forma positiva. Al mejorar tanto nuestro rendimiento como la postura en la bici estaremos evitando posibles problemas tan comunes como el cansancio, mareos o la fatiga.
Por otro lado, estaremos evitando posibles lesiones ocasionadas por malas posturas o las medidas incorrectas en nuestra bici. En muchas ocasiones somos nosotros mismos los causantes de las lesiones, debido a alguna métrica errónea del pasado, un material inadecuado, o una forma de pedalear incorrecta. Y a veces, aunque variemos nosotros mismos la métrica o la forma de pedalear, el dolor sigue apareciendo, por lo que tendríamos que acudir a un experto que nos indicara las medidas exactas.
Observamos, por tanto, como el factor Q nos proporciona beneficios reales en nuestra práctica con la bici, tanto si la usamos más a diario como si no, es una medida a tener en cuenta, para evitar así posibles problemas de salud, que es lo principal y lo más importante.