Son muchas las cosas, en cuanto a salud, que debemos tener en cuenta cuando practicamos ciclismo o cualquier otro deporte. Como ya sabemos es importantísimo hacerse revisiones médicas para controlar que todo está en orden. Pero son muy pocas las personas las que saben que hay que controlar el ácido láctico.
¿Qué es el ácido láctico?
El ácido láctico se produce principalmente en las células musculares y en los glóbulos rojos. Dicho ácido se forma cuando el cuerpo descompone carbohidratos para utilizarlos como energía durante momentos de niveles bajos de oxígeno. El nivel de oxígeno en el cuerpo podría bajar durante el ejercicio intenso o si la persona tiene una infección o una enfermedad. Por este motivo es importante hacerse un examen para medir la cantidad de ácido láctico en la sangre.
Este ácido es uno de los mayores enemigos de los ciclistas. Por eso es conveniente conocer cómo evitar la producción de esta sustancia tan dañina para nuestros músculos.
Si eres amante del ciclismo y en algún momento decides prepararte para competir necesitas entrenar a fondo durante un período de tiempo largo. Pero para ello hay que empezar desde lo más bajo, es decir, no sirve de nada entrenar desde el primer día muy fuerte porque podemos dañar nuestro organismo. Por eso, si buscas un entrenador, seguramente te dirá que empieces pedaleando muy lentamente. El entrenamiento y la fisiología van cogidos de la mano. Cualquier estímulo físico que se realice tendrá unos efectos fisiológicos.
Si estos efectos son provocados a conciencia, entonces se le llama entrenamiento, pero si se provocan sin conocimiento de causa o efecto y sin orden ni concierto, entonces no será un buen entrenamiento.
Si no controlamos esos efectos estaremos “hipotecando” toda una planificación y limitando nuestros tiempos debido a que no controlamos las pulsaciones que debemos mantener cuando montamos en bici.
Los vasos capilares que rodean los músculos son los encargados de hacer llegar el oxígeno y el alimento necesario para que puedan trabajar bien. Por esto mismo, si conseguimos que esas fibras musculares se recubran de la mayor cantidad de vasos capilares, estaremos desarrollando nuestras capacidades aeróbicas. Por tanto, a mayores capacidades aeróbicas, más preparados estaremos para aguantar más horas y a un mejor ritmo, así como una mejor recuperación tras el ejercicio.
¿Cómo se forma un vaso capilar?
El encargado de hacer más vasos capilares es el plasma sanguíneo. El corazón impulsa la sangre por todas las arterias. Al llegar una gota de plasma dentro de un capilar en el momento de la contracción, choca y se ve comprimido contra la pared del capilar. El plasma encontrará un punto en el capilar que ofrece menor resistencia y se deforma un poco. Así, tras muchas contracciones llegará un momento en el que, en ese punto débil, terminen formándose los capilares hasta envolver la fibra muscular.
¿Y cuándo actúa el ácido láctico?
Este ácido se produce en el interior de nuestras células musculares, debido a la combustión incompleta de la glucosa. Es decir, que cuanto menos oxígeno llegue a nuestro músculo, más ácido láctico se genera.
El ácido láctico es perjudicial para la salud y quien se encarga de combatirlo es el plasma sanguíneo.
¿Cómo cambiar la situación para aprovechar el ácido láctico?
El plasma contiene unas sustancias bicarbonatadas que, en contacto con el ácido láctico, hacen que se convierta en lactato. Este lactato sí es “comestible” por nuestros músculos.
Si mantenemos unas pulsaciones bajas o moderadas, el plasma fluye libremente por los capilares. Pero si aumentamos estas pulsaciones el ácido láctico comienza a hacer de las suyas. Cuando los vasos capilares detectan ese aumento de ácido se hacen más permeables, lo que ayuda a que el plasma atraviese las paredes del vaso y empape las fibras musculares, convirtiendo así el ácido láctico en lactato.
Por todo esto, debemos tener en presente que hay que tener un período de acondicionamiento general antes de realizar cualquier competición, comenzando primero con unas pulsaciones bajas que irán aumentando poco a poco con el entrenamiento. Así conseguiremos que haya una producción mínima de ácido láctico y que nuestro plasma pueda crear suficientes vasos capilares.
Con el paso del tiempo esto nos ayudará a adaptarnos antes a los esfuerzos, lo que contribuirá a que subamos nuestros niveles deportivos.