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Diferentes sillitas para llevar a los niños en la bici

Tener un bebé no supone un inconveniente a la hora de montar en bicicleta. Desde Biciplan os invitamos a montar en bici con vuestros peques. A partir del año de edad, los pequeños pueden acompañar a sus padres en sus paseos en bici. Se recomienda que sea a partir de esta edad para asegurar que el niño pueda tener la suficiente fuerza muscular para mantener derecha la cabeza en caso de frenada brusca, por ejemplo, y además pueda utilizar un casco del tamaño adecuado, ya que el casco es obligatorio para menores de 16 años, ya vayan en su propia bici o en sillitas.

La elección de una sillita de bici para niños se convierte, por tanto, en una importante adquisición para todos los que nos gusta pedalear. Podemos encontrarlas en tiendas de puericultura, de deportes y en grandes almacenes.

En primer lugar, a la hora de elegir la silla, debemos tener en cuenta que no todas son iguales y no se pueden acoplar a todas las bicis, por lo que tenemos que comprar una que pueda ajustarse perfectamente a la nuestra. Además, otro dato importante es que estos accesorios no pueden superar los 22 kilos de peso, por lo que una vez que el niño haya llegado a este peso, no podrá ir en una sillita de este tipo, sino que tendrá que ir ya en su propia bicicleta.

Podemos encontrar varios tipos de sillitas, aunque las más comunes en este país son las sillas traseras, hay diversos tipos. Tendremos que comprobar si nuestra bici tiene los elementos necesarios para poder acoplar estos dispositivos.

Sillita trasera. Como hemos mencionado antes, son las más comunes. Es un dispositivo sencillo, colocado en la parte trasera de la bicicleta, justo detrás del sillín del ciclista, con diferentes sistemas de sujeción, según el modelo. Está concebido para llevar a niños entre 1 y 5 años (22 kilos). Puede resultar más cómoda para el niño, ya que el respaldo es más alto y así se puede recostar e incluso dormir durante el trayecto en bici.

Sillita delantera. Es similar al portabebés trasero, pero la diferencia es que se coloca en la parte delantera de la bicicleta. Es recomendable para bebés más pequeños, así se pueden controlar en todo momento, además el niño tiene mucho ángulo de visión y es más entretenido.
La posición de la silla coincide con el centro de gravedad de la bicicleta, por lo que aporta estabilidad en todo momento.

Remolque para niños. Es una alternativa muy cómoda y segura para los pequeños. El remolque se ancla a la bici del adulto y se mantiene totalmente estable durante la marcha. Están cubiertos por lonas transpirables e impermeables que se pueden enganchar a la bici, por lo que protege totalmente a los niños de las inclemencias del tiempo.

Algunos de estos remolques, además, pueden ser dobles, por lo que permite transportar a dos menores, siempre que el peso de los dos no supere los 25 kilos.
La legislación no permite el uso de estos dispositivos en vías interurbanas, pero sí en vías urbanas.

Barra remolque. Cuando el niño ya empieza a montar en su propia bicicleta, es posible que no aguante largos trayectos, por lo que existe un dispositivo que permite anclar el manillar de la bici del niño con la parte trasera de la del adulto. La rueda delantera de la bici del pequeño queda bloqueada y se eleva unos centímetros del suelo, de este modo es el adulto el que va tirando de la bici del pequeño.

Cómo cambiar los piñones de una MTB

Cambiar el cassete de piñones de una Mountain Bike es más fácil de lo que parece, tan solo es necesario tener las herramientas adecuadas. Los piñones de nuestra bici están continuamente en contacto con la cadena, por lo que pueden sufrir un desgaste mayor y más rápido. Si observamos que falta algún “diente”, que alguno presenta mellas o una excesiva redondez, será necesario sustituirlo.

Biciplan, comparador de seguros de bicicletas y ciclistas hablamos sobre lo que necesitamos para cambiar los piñones son las herramientas adecuadas:

  • Una llave extractora de cassetes.
  • Una llave suelta-coronas o un trozo de cadena vieja.

En primer lugar, hay que desmontar el cassete viejo. Para ello, hay que soltar la rueda trasera y quitar el cierre que sujeta la rueda al cuadro, ayudándonos de la llave suelta-coronas o un trozo de cadena vieja bien sujeto, bloqueamos la corona de piñones y desatornillamos en su centro con la llave extractora de cassetes.

Cuando hayamos desatornillado el cassete, podremos extraerlo de la rueda deslizándolo hacia el exterior. Una vez hecho esto podemos extraer el bloque de piñones pero con cuidado, ya que los platos más pequeños no están unidos entre sí y podríamos tener algún problema.
Al estar todo desmontado es una buena ocasión para limpiar la zona, y una vez limpio volveríamos a engrasar la zona para asegurar un buen rendimiento, además de protección.

Antes de montar el nuevo cassete nos tenemos que asegurar de que tiene el mismo número de piñones que el anterior. Podemos encontrar coronas de 7,8,9 y 10 piñones, y solo podremos montar la que sea compatible con la transmisión de nuestra MTB.

Para montar el nuevo cassete lo que tenemos que hacer es introducirlo en el eje de la rueda hasta el final. El pivote donde debemos insertar el nuevo bloque presenta unas ranuras o guías, donde una es más ancha que las demás, evitando así que nos equivoquemos a la hora de colocarlo. Con la ayuda de la llave extractora de cassetes apretamos hasta que quede bien sujeto.

Por último, volvemos a montar la rueda y a colocar el eje o cierre que sujeta la rueda al cuadro de la bici.

Con estos pasos nuestra bici ya estará lista para pedalear!

¿Frío o calor? Tratamiento de lesiones en el ciclismo

Cuando tenemos una lesión, accidente o algún golpe con nuestra bicicleta, cuando realizamos un entrenamiento duro, o hacemos una ruta intensa, podemos tener molestias musculares, articulares o de ligamentos… ¿Qué es mejor aplicar, frío o calor?

En Biciplan, comparador de seguros de bicicletas y ciclistas os vamos a transmitir unos sencillos consejos. Tanto el frío como el calor disminuyen el calor y el espasmo muscular, pero la forma en que actúan es diferente, y muchas veces sus efectos pueden ser opuestos. Es importante saber qué nos duele y qué tipo de dolor es, para saber si es mejor el frío o el calor.

FRÍO: provoca una vaso-constricción superficial que limita una mayor inflamación de la zona afectada. Si se trata de una lesión grave, se puede proceder a elevar el miembro dañado. El frío disminuye el flujo sanguíneo en el área afectada, por lo que disminuye también el edema y el dolor.

Si aplicamos un masaje con hielo obtendremos, además, un mejor resultado, sobre todo si el ejercicio que se ha realizado ha sido muy duro. Este tratamiento es propio de los atletas.

Otro método es la compresión con frío, también más efectiva que si se aplica solo frío o solo compresión en la zona afectada.

El frío suele ser el criterio elegido ante una lesión con inflamación, hinchazón, dolor… durante las primeras 72 horas. Si después continúan estos mismos síntomas, es mejor seguir aplicando frío, antes que pasar al calor.

Hay que tener cuidado con no causar lesiones debido al exceso de frío, como por ejemplo una urticaria, daño neuronal, quemaduras de frío… ya que así estamos ralentizando el proceso de curación.

CALOR: provoca una vaso-dilatación superficial, aumentando el riego sanguíneo de la zona dañada, mejorando así el flujo de la sangre y eliminando posible residuos y sustancias algógenas, que provocan el dolor. Se aplica el calor en aquellas lesiones en las que no haya inflamación o hinchazón, como por ejemplo, una contractura muscular, o aliviar un dolor articular.

El calor mejora el dolor muscular, disminuye el entumecimiento y mejora la flexibilidad. Puede tener un efecto más duradero que el frío, por eso se suele decir que el calor es mejor para medio y largo plazo.

Debemos evitar posibles quemaduras al aplicar el calor en la zona afectada, por lo que hay que revisar la zona cada pocos minutos. El calor, además, actúa reduciendo la presión arterial, por lo que hay que tener cuidado, dependiendo de la zona en la que se aplique, ya que puede provocar mareaos o desmayos.

La presión adecuada para las cubiertas de la bici

La presión de los neumáticos es algo a lo que no se le presta la atención que debería en muchas ocasiones. Normalmente nos limitamos a hinchar las ruedas cuando están más vacías, pero sin tener en cuenta nada más.

En Biciplan hemos estudiado a fondo la importancia de tener las presión adecuada para las cubiertas de la bici. La cantidad de presión de aire que pongamos a nuestras ruedas afecta en gran medida a la forma de conducción del ciclista y a las reacciones de la bici mientras rodamos.
No es recomendable llevar la presión demasiado alta, ni tampoco demasiado desinflada. Cada persona tiene sus preferencias y sus gustos en cuanto a las presiones de aire, pero hay una serie de pautas para poder conseguir la presión ideal de las cubiertas, y con ello conseguiremos mejorar el rendimiento.

La presión de las ruedas en el ciclismo no es algo que se pueda generalizar, como ocurre por ejemplo con los neumáticos de los coches, donde el fabricante te indica la presión exacta necesaria. En el caso de las bicis influyen muchos factores como el peso del ciclista, el terreno por el que vayamos a circular, el tipo de bicicleta, de neumático, etc.

En el mundo de las Mountain Bikes podemos hablar de dos tipos de medidas de presión de aire:

  • BAR: es la unidad de presión equivalente a un millón de barias, es decir, aproximadamente igual a una atmósfera terrestre (1ATM). Por ejemplo, una cubierta inflada a 2,2 BAR tiene una presión de aire alrededor de 2,2 ATM.
  • PSI: es la unidad de presión del sistema anglosajón de unidades, en la que una atmósfera equivale a 15 PSI aproximadamente. Por ejemplo, una cubierta inflada a 2,2 BAR tiene una presión de 33 PSI (2,2 x 15 = 33).

Debemos tener en cuenta que la presión de las ruedas de nuestra bici determinará significativamente el estilo de conducción de la bici, así como sus reacciones ante los obstáculos del camino. Como hemos mencionado antes, no es conveniente llevar una presión demasiado alta ni demasiado baja.

Con la presión demasiado alta:

  • La bici rebota en los obstáculos.
  • Disminuye el rendimiento de la bici en las curvas, hay pérdida de tracción.
  • Hay más probabilidades de provocar un reventón.

Con la presión demasiado baja:

  • Excesivo rozamiento del neumático, que provoca la pérdida de eficiencia en el pedaleo.
  • Hay mayor probabilidad de pinchar debido a pellizcos o aplanamiento de la cubierta.
  • Inseguridad en las curvas.

La presión de las ruedas variará sobre todo en función del ciclista, ya que el peso que soportan las ruedas, en la gran mayoría, es el nuestro. Por lo que las personas de mayor peso necesitarán mayores presiones en las ruedas. Os dejamos un cuadro orientativo de las presiones de las ruedas, tanto delanteras como traseras, para MTB.

Influye también el tipo de cubierta, ya que las cubiertas de menor medida necesitan una presión más alta, al contrario que las cubiertas más grandes, que necesitan menos presión.
Con cubiertas de compuestos duros conseguiremos un mejor rendimiento a presiones más bajas, que si las usáramos de compuestos blandos.

Estas pautas nos sirven como punto de partida para encontrar la presión que se ajusta a nosotros y nuestra bici. Hay que tener en cuenta todos los factores externos que también afectan a la presión de las ruedas y que hemos mencionado anteriormente.

¿Qué luces escoger para nuestra bicicleta?

Uno de los elementos básicos que todo ciclista debe tener en cuenta es una buena iluminación, tanto si circulamos de día como de noche, así evitaremos posibles sustos o accidentes por falta de visibilidad nuestra o de terceros que no vean a los ciclistas.

En Biciplan, comparador de seguros de bicicletas y ciclistas tenemos claro que las luces deben estar tanto en la parte delantera como en la trasera, similares a las luces de los coches o motos. También es recomendable llevar catadióptricos en los pedales, alguna luz en el casco y alguna prenda reflectante, que nos ayuden a hacernos visibles, sobre todo si circulamos de noche.

Los sistemas de luces para bicicletas han evolucionado muchísimo en los últimos años. Desde las primeras luces que eran linternas con bombillas incandescentes pasamos a luces halógenas que nos dan una buena iluminación, aunque con un consumo muy alto de batería.
Otra novedad son las luces led, que han supuesto toda una revolución en el mundo del ciclismo, ya que ofrecen aún más potencia y hace que ir en bici de noche sea mucho más cómodo al tener una mayor visibilidad, y mucho más seguro.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir las luces para nuestra bici?

  • El brillo. Debemos mirar la intensidad de la luz, ya que cuanto más intensa sea mejor nos iluminará.
  • La amplitud del haz de luz. Un haz más amplio nos permitirá tener una mejor iluminación en zona de curvas, por ejemplo.
  • La profundidad. Hace referencia a la distancia donde llega la luz, es decir, cuanto más lejos llegue nuestra luz, mayor visibilidad y, por tanto, mayor seguridad para los ciclistas.
  • El montaje. Que un faro sea fácil de montar es bastante importante, y además debe ser fácilmente ajustable. Normalmente las luces van aseguradas con una gruesa goma elástica al manillar que impide que se caigan o se muevan.
  • La batería. Ésta dependerá de la intensidad de la luz, ya que cuanta más intensidad, menos durará la batería, aunque como mínimo deberían durar alrededor de 3 horas.

Las baterías de las luces pueden ser de distintos tipos, podremos elegir la que más nos guste o más nos convenga, según nuestras necesidades.

Por un lado están las luces a pilas, que tienen la ventaja de que son fáciles de sustituir si se nos gastan, podemos llevar pilas de repuesto encima y cambiarlas en cualquier momento. Hay también pilas recargables, para no tener que comprar pilas continuamente. La autonomía con las pilas suele ser bastante buena, aunque siempre dependiendo de las pilas que lleve y de la intensidad, como hemos mencionado anteriormente.

Las luces con batería, se pueden recargar fácilmente, incluso hay baterías hoy en día que pueden cargarse vía USB, por lo que si llevamos un ordenador o tenemos algún medio con USB, podremos cargarla con facilidad.

Por último, dentro de las luces con dinamo podemos encontrar dos tipos, las luces con dinamos de toda la vida, que se han usado durante mucho tiempo. Iluminan en función de la velocidad que llevemos con la bici. La ventaja es que siempre que pedaleemos tendremos luz, nunca se gasta la batería. La desventaja es que si pedaleamos menos, o vamos cuesta arriba por ejemplo, la luz puede ser escasa y no tendremos tanta visibilidad.

También están las ruedas con dinamo-buje, que son una variante del modelo anterior. La dinamo se encarga de generar la energía eléctrica mientras que da vueltas la rueda en el buje delantero. La energía se transmite al faro que tengamos conectado al mismo. Al no tener fricción sobre el neumático su rendimiento es mejor y no frena la marcha. Este sistema suelen incorporarlo algunas bicis públicas.

Cuando ya hayamos escogido las luces para la bicicleta, es recomendable no llevar las luces muy altas, ya que podríamos deslumbrar a otras bicis con las que nos crucemos, coches u otros vehículos y molestarlos, además de estar poniendo en peligro tanto a terceras personas como a nosotros mismos.

¿Qué comer después de una ruta en bici?

A menudo, muchas personas dan más importancia a la preparación antes de salir de ruta con una bici, o a la salida en sí que a la recuperación posterior. Desde Biciplan queremos resaltar que no debemos olvidar que la recuperación en el ciclismo es de vital importancia, y dentro de ésta, la alimentación.

No solo basta con alimentarnos adecuadamente antes de salir con la bici, sino que tenemos que cuidar los alimentos que tomemos después. Tras un entrenamiento intenso, podemos agotar nuestros depósitos energéticos, concretamente los de glucógeno, que son los más importantes si montamos en bici con cierta intensidad, esto nos hace sentirnos cansados y agotados. Por ello, es importante que cuidemos nuestra dieta post-entrenamiento.

Lo principal para recuperarnos es la rehidratación. Aunque hayamos bebido agua antes o durante la ruta, beber es una necesidad. Durante el ejercicio, sudamos y podemos perder incluso litros de fluido corporal, por lo que nuestro organismo necesita recuperarlos. Podríamos beber solo agua, que es lo más recomendable, o alguna bebida ligeramente isotónica, para reponer también más sales minerales.

Después de la hidratación, es aconsejable tomar algún producto lácteo para favorecer una buena ingesta de aminoácidos. Los productos que provengan de la leche nos van a proporcionar proteínas, muy necesarias también después de realizar un esfuerzo físico como es ir en bici. Se recomienda que el aporte proteico después de un entrenamiento sea de unos 0,2 gramos de proteína por kilo de nuestro peso corporal.

Como productos lácteos, además de la leche, yogures o queso, podemos incluir batidos, y sin son de fruta ya incorporaríamos además las vitaminas que necesitamos reponer.

Por último son muy importantes los carbohidratos, ya que son los nutrientes que se agotan antes. Se recomienda comer por ejemplo alguna pieza de fruta, y con esto estamos evitado, además, una posible descalcificación de nuestros huesos. También podemos optar por barritas de cereales, frutos secos, etc.

Esta recuperación es importante que la hagamos en el periodo entre 30 o 40 minutos después de haber realizado el ejercicio. En este tiempo el organismo posee una mayor capacidad de asimilación de los alimentos, conocido como «ventana metabólica«. Con esto estamos favoreciendo la recuperación y evitando cualquier posible fatiga post-ejercicio.

10 razones para pedalear esta primavera

Llega el buen tiempo y nos apetece salir con nuestra bicicleta, ya sea para ir al trabajo, dar un paseo o salir de ruta.
Son muchas las razones por las que introducir en nuestras vidas la bicicleta: salud, medio ambiente, diversión, dinero… Si aún no estáis muy convencidos, en Biciplan os dejamos diez razones para coger la bicicleta en esta primavera.

1. Salud
Ir en bicicleta son todo ventajas para nuestra salud, reduce el riesgo de infarto, el colesterol, fortalece la zona lumbar, se generan endorfinas, mejora la potencia de nuestro sistema inmunológico, y libera estrés, entre otras muchas ventajas.
Lo ideal es pedalear unas tres veces a la semana entre 45 y 60 minutos.

2. Libertad
Este medio de transporte nos da la independencia de ir al lugar que deseemos en el momento que queramos, con la posibilidad de elegir la ruta que más nos guste. Todo esto sin estar pendiente de horarios de transportes públicos, atascos, falta de aparcamientos, etc.
“Es un vehículo muy libre que, al montarlo, genera una sensación muy agradable” Pedro Bravo, periodista.

3. Rapidez
Podemos pensar que una bicicleta no es tan rápida como un coche, es evidente. Pero cuando nos referimos a ciudades donde hay continuos atascos debido al gran número de coches que circulan por las calles, ir en bici es una gran ventaja, ya que no sufrimos esos atascos y podemos llegar más rápido a nuestro destino.

4. Dinero
Una bicicleta cuesta menos que un coche y una moto, por lo que ya desde el principio estaremos ahorrando.
Y ahorraremos dinero también al desplazarnos en este medio, ya que evitaremos gastarlo en transportes públicos o gasolina. Pedalear es gratis, por lo que es, además, una buena opción en esta época de crisis.

5. No contamina
Esta razón es muy importante ya que el cuidado del medio ambiente es algo que está preocupando cada vez más a las personas. Pedaleando nos ahorramos a diario muchos kilos de CO2, partículas y sustancias nocivas que emanan de los tubos de escape. Por cada 3 kilómetros en bici, se ahorra 1 Kg de CO2.

6. Disfrutamos de paisajes increíbles
Cuando vamos en coche o en transporte público puede que no prestemos tanta atención a todo lo que nos rodea, sin embargo, cuando vamos en bicicleta es más fácil observar el paisaje, ya sea por el campo o por la ciudad. Ahora en primavera, con el buen tiempo es, además, más apetecible salir con la bicicleta, y disfrutar de nuestro entorno.

7. Felicidad
Como mencionamos en la primera razón, uno de los efectos que tiene la actividad física es la generación de endorfinas; esto produce un efecto analgésico y sensación de bienestar. Montar en bicicleta nos hace más felices.

8. Mejora el físico
En esta época muchas personas comienzan la llamada “operación bikini”, ¿qué mejor manera que hacerla pedaleando? La bici es un medio muy útil para quemar calorías y fortalecer nuestro cuerpo. Si lo complementamos con algún otro deporte o actividad y una buena alimentación, podemos asegurar nuestra mejora física, y además nuestra salud.

9. No tiene edad
La bicicleta es fácil de manejar a casi todas las edades y en casi cualquier condición física, además es barata de reparar. Esto permite un alto grado de autonomía en los desplazamientos. Es, además, el único vehículo del que disponen autónomamente los menores de 16 años.
Y no solo tenemos en cuenta la edad de las personas, sino también los años de nuestra bici, ya que es un medio de transporte que nos puede durar toda la vida.

10. Diversión
Montar en bici es divertido, ya sea solo o acompañado. Cada día en bici es diferente, siempre hay historias que contar y fomenta mucho el compañerismo.
Todos podemos montar en bici, disfrutando con nuestros compañeros, amigos o familia.

Cómo cambiar las pastillas de freno de nuestra MTB

Las pastillas de los frenos hidráulicos de una bici de montaña son componentes expuestos a un continuo desgaste, por lo que requieren ser sustituidas cada cierto tiempo. En Biciplan, comparador de seguros de bicicletas y ciclistas os recomendamos que reviséis el desgaste de las pastillas al menos una vez al mes, para evitar posibles daños en los discos de freno.

Si al frenar con nuestra bicicleta notamos que los frenos hacen más ruido de lo normal, que la potencia de frenada ha disminuido o que cada vez que frenamos se escucha un chirrido, probablemente las pastillas de freno estén gastadas y tendremos que cambiarlas. Esto puede parecer algo complicado, pero cambiar unas pastillas de freno es más fácil de lo que parece.

En primer lugar debemos retirar la pinza de freno, así resulta más fácil cambiar las pastillas, sobre todo si se trata de la rueda delantera.

Quitamos el clip o anilla. Algunas marcas usan una anilla de seguridad para mantener el pasador de retención en su posición. Es importante no perder esta anilla, ya que sin ella el freno perdería seguridad.

Retiramos el pasador. Los pasadores que usan algunas marcas son de rosca, mientras que otros encajan a presión. Es importante mantener el eje que sustenta las pastillas limpio, para un mejor desplazamiento de éstas, permitiendo así un rendimiento óptimo.

Con esto ya podemos retirar las pastillas de freno viejas. Algunas pastillas se deslizan hacia afuera fácilmente para poder retirarlas, mientras que con otras es necesario realizar una ligera rotación para liberar la pestaña de L- doble (la que tiene el orificio del pasador de retención en el mismo).

A continuación debemos fijarnos en las pastillas para comprobar su desgaste y ver si es necesario cambiarlas o no. Hay algunos fabricantes que emplean un indicador de desgaste para que nos sea más fácil comprobarlo. Si las pastillas están parcialmente gastadas, puede que no sea necesario cambiarlas, sino que con una limpieza pueden mejorar de nuevo su funcionamiento.
Si las pastillas de freno están cristalizadas, es decir, si la superficie está brillante y los bordes están duros, se pueden recuperar lijando la superficie con un papel de lija grueso o con una lima fina.
Si las pastillas definitivamente están muy gastadas, tendremos que proceder a cambiarlas.

A la hora de escoger las pastillas de freno nueva que vamos a cambiar debemos elegir de qué compuesto comprarlas. Hay pastillas de compuesto de resina, también conocido como “orgánico”, o sinterizado (semi-metal). Las pastillas de resina proporcionan una buena frenada y producen menos calor, aunque no duran mucho tiempo si no están siempre limpias. Las pastillas de freno sinterizado chillan y se calientan un poco más, pero pueden durar más tiempo, son más resistentes al agua, aunque por otra parte producen un mayor desgaste en los discos de freno.

Para colocar las nuevas pastillas, antes hay que limpiar la pinza de freno, ya que el material gastado de las antiguas pastillas de freno se ha ido quedando en el interior de la pinza. Para limpiarla podemos emplear un bastoncillo de algodón empapado en líquido limpiador de frenos.

Es recomendable, además, cambiar el fleje o muelle viejo ya que las pastillas nuevas puede que no sean iguales, y sin un muelle nuevo que se ajuste perfectamente y presione bien la pastilla sobre el pistón, podríamos tener un desgaste excesivo de las pastillas de freno.

Podemos proceder a colocar las nuevas pastillas, para ello debemos separar los pistones e instalar las pastillas nuevas, deben deslizarse directamente, teniendo especial cuidado con que el muelle no se salga de su posición, ya que si está mal colocado dañará la pastilla.
Volvemos a montar de nuevo la pinza de freno con el anillo de retención y de seguridad, en el caso de que lo tenga. A continuación pulsamos la maneta de freno para fijar bien la pinza, y de esta forma podemos asegurarnos que está bien centrada sobre el disco y que las pastillas están puestas correctamente.

¿Qué es el Factor Q en ciclismo?

Muchos de nosotros hemos podido escuchar en más de una ocasión el llamado “factor Q”, es una medida de gran importancia en el mundo del ciclismo, aunque bastante desconocida por la mayoría de las personas.

El factor Q es la distancia que existe entre las piernas al pedalear y, por tanto, tiene una gran relevancia en la biomecánica, la salud y el rendimiento del ciclista.

Los fabricantes de componentes para bicicletas también se refieren al factor Q como la distancia máxima entre los centros de las bielas, es decir, la distancia que hay entre las caras externas de ambas bielas, justo en el punto donde se atornillan los pedales. Esta distancia no es igual exactamente a la distancia de nuestras piernas al pedalear, por lo que se podrían denominar Factor Q máximo.

Sabiendo el Factor Q máximo de una biela, se podría calcular el Factor Q mínimo, que es la distancia que separa la cara exterior de la biela del eje horizontal del pie. Y con esto, el Factor Q funcional, que sería la distancia existente entre centro y centro de ambos pedales.

El Factor Q funcional es la medida más interesante para los ciclistas, y es la que se debe tener en cuenta. Nuestro factor Q funcional está determinado por la distancia que existe entre las crestas ilíacas de la pelvis, y que puede estar condicionado por alguna inestabilidad plantar o cualquier anomalía física, por lo que puede ser una medida que cambie con el tiempo.

Muchas personas suelen pensar que a menor factor Q, hay una mayor eficacia en el rendimiento, ya que habrá una mayor fuerza en el pedaleo. Ir con las piernas muy abiertas supone una pérdida de energía, pero ir con las piernas muy cerradas es también incorrecto. Hay que tener en cuenta que, como la dimensión del factor Q está determinada por la separación de las crestas ilíacas, esto variará en cada individuo.

El pedaleo del ciclista debe ser cómodo y confortable, por este motivo es muy importante tener en cuenta este factor a la hora de elegir las zapatillas que vamos a emplear para ir en bici. El factor Q también dependerá del tipo de bicicleta que tengamos, ya que no es lo mismo una bici de carretera que una de montaña, teniendo esta última un factor Q mayor.
Por ello, deberíamos tener en cuenta también que no debemos montar en ambos tipos de bicicletas con las mismas zapatillas, ya que el factor Q varía.

En general, este factor es una dimensión poco contemplada por la mayoría de los practicantes de ciclismo pese a la importancia que tiene. Se debería tener más en cuenta, debido a que es algo que afecta al rendimiento y la salud; y haciendo un uso correcto del factor Q podremos notar las mejoras y los beneficios que nos aporta.

Energy Return Wheel, las ruedas sin aire del futuro

Cada día el mundo de la tecnología evoluciona a pasos agigantados. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en el sector del ciclismo donde el diseño ha alcanzado límites insospechados.

En Biciplan, comparador de seguros de bicicletas y ciclistas queremos mostrar lo más novedoso del mercado. 

Estamos hablando, nada más y nada menos, que de la Energy Return Wheel, un invento increíble que no solo marcará la diferencia, sino que también mejorará la vida diaria de aquellos ciclistas preocupados por las ruedas de sus bicicletas.

Lo que llevó a su creador, Brian Russell de Britek, a diseñar estas ruedas sin aire fue la latente preocupación sobre la correcta presión de aire en las ruedas y los contínuos cambios de terreno por donde nos desplazamos.

Estas ruedas, en lugar de usar aire, utilizan caucho que ha sido estirado sobre una serie de nanotubos de carbono reforzados con varillas para otorgar la misma amortiguación que una rueda tradicional. Además estas barras se pueden ajustar, permitiendo que la tensión en la goma se adapte a las distintas condiciones del terreno y mejorando tanto la flexión como el ciclo de retroceso para los pedaleros.

Las llantas son de fibra de carbono para reducir su peso lo que permite ajustes para poder tener una conducción más suave o dura según las características del terreno.

El modelo de las fotografías y el vídeo no son los definitivos para mostrar su diseño; éste tiene que mejorar ya que la intención es cubrir los laterales para evitar que se acumule suciedad en el interior del neumático.

Actualmente, existen algunos neumáticos sin aire rellenos de espuma, pero han tenido que ser retirados del mercado por el rechazo de los consumidores por su precio y corta duración. Esto es lo que se quiere evitar con estas nuevas ruedas.

De momento solo contamos con este vídeo en el que se han presentado estas novedosas ruedas por lo que, si queremos comprobar si las características que promete el fabricante son verídicas, debemos esperar a que salgan al mercado.